La familia Fuentes ha rescatado la tradición vitivinícola de Cogolludo y, en particular, la variedad Tinto Fragoso, en un viñedo de altura y de montaña
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ DÍAZ

En Cogolludo, en la Sierra Norte de Guadalajara, en la zona vitícola más septentrional de Castilla-La Mancha -con una altitud de entre 950 y 1.000 metros sobre el nivel del mar y donde no hay un solo viñedo a más de 50 kilómetros a la redonda-, la familia Fuentes viene desarrollando desde 1998 su proyecto vitivinícola. Se trata de una iniciativa de viñedo en altura y en montaña que va cumplimentando todos los pasos necesarios para convertirse próximamente en una nueva Denominación de Origen Protegida (DOP) “Río Negro”.
Aunque originarios de Cisneros, en Palencia, el empresario José Manuel Fuentes, que ha desarrollado su actividad profesional en Madrid, no ha cejado desde entonces en su empeño de rescatar y honrar la tradición vitivinícola de Cogolludo, que se remonta a la Edad Media, en un enclave en el que incluso están recuperando la variedad autóctona Tinto Fragoso, dentro de una finca forestal de 600 hectáreas, de las cuales 43 están dedicadas al cultivo del viñedo. En total, cuentan con 16 hectáreas de Tempranillo, nueve de Gewürztraminer, ocho de syrah, cinco de Cabernet Sauvignon, 3,7 de Tinto Fragoso y dos de Merlot.
Hablamos de tierras ubicadas en las estribaciones del Sistema Central y junto a la cuenca del río Henares que pertenecieron a los Duques de Medinaceli, en las que se alza uno de los mejores palacios renacentistas de nuestro país y donde incluso conservan medidas proteccionistas para el vino de Cogolludo en una ordenanza municipal. Por desgracia, en la década de los sesenta del pasado siglo, se arrancaron las vides originarias y se redujo drásticamente la población en toda la comarca.
Aunque el primer viñedo se plantó en 1998, como explica el gerente de la firma, Fernando Fuentes, en un viaje de periodistas, entre los que se encontraba EL CORREO DEL VINO, el primer vino de Finca Río Negro no salió al mercado hasta 2010. Sin duda, hablamos de unos viñedos singulares, favorecidos por la riqueza que aporta en el entorno la cercanía de campos de lavanda y otras muchas plantas aromáticas y que disfruta de las grandes diferencias térmicas entre el día y la noche, lo que hace que sus vinos contengan una gran acidez y posibilidades de envejecimiento, compartiendo vendimia con zonas próximas como la parte soriana de la Ribera del Duero y siendo equidistante con “Vinos de Madrid”.

La altitud, unida a la pobreza del denominado suelo de “raña”, que es algo negativo para el cereal y muy positivo para el viñedo, confieren un microclima y un subsuelo único, que aprovecha desde 2019 el conocido experto Manuel del Rincón. Además, desde febrero de 2022 Finca Río Negro cuenta con la Dirección Técnica del conocido experto Xabier Ausás, que fue quien más insistió en volver a reinventar los vinos desde el propio viñedo.
Fernando explica que su padre José Manuel Fuentes sigue al pie del cañón, mientras que de la parte comercial se encarga su hermano Víctor, reforzando el carácter de bodega familiar. En la actualidad comercializan a 20 países unas 160.000 botellas, aunque el tope de producción se situará en las 200.000, siempre, como es lógico al ser pioneros en la comarca, con viñedo propio y con producciones de menos de 5.000 kilos por hectárea. Las diferencias térmicas, el viento reinante y un clima seco, con algo más de pluviometría que en el conjunto de la región, son una garantía frente a las temidas heladas e inciden en que apenas haya incidencia de enfermedades en la vid y a que se puedan tratar las viñas exclusivamente con azufre y con abono natural de oveja, lo que hace que estén plenamente preparadas como viñedo ecológico.
Cata con periodistas de la AEPEV
Como colofón a la visita guiada, en la cata con periodistas de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV) se cataron los vinos Gewürztraminer 2022, Finca Río Negro 2019, 5º Año 2018 y Cerro del Lobo 2020.
Del Gewürztraminer sorprendieron sus notas amieladas y a jenjibre, no siendo un varietal al uso de una cepa que es familia de la Moscatel y con la que también comparte notas primeras.
En el caso del Finca Río Negro 2019 estaríamos ante un vino crianza, aunque ellos quieren rescatar los apelativos de “vino de primer, segundo o tercer año”, que según los años se elabora con un 50-60% de Tempranillo, entre un 15 y un 20% de Cabernet Sauvignon y un 10% de Merlot. Este es el vino, que constituye más del 50% de las ventas, más equilibrado, con taninos intensos, pero pulidos.

En cuanto a los vinos “top”, “5º Año 2018”, elaborado con un 70% de Tempranillo y un 30 de Cabernet Sauvignon y con 19 meses de envejecimiento en barrica de roble, y “Cerro del Lobo 2020”, que es un monovarietal de Syrah se sitúan en la línea más alta de la bodega. En este último caso se quiere dejar constancia de que en la parcela del mismo nombre viviera una familia de lobos durante largas temporadas hace menos de cinco años.
En las próximas añadas ya se notará el sello de Xabier Ausás, quien puso como condicionante previo ser el máximo responsable técnico, apoyándose en los enólogos de la casa y tomando las decisiones con el responsable del viñedo, al igual que sustituyendo las barricas de roble americano por roble francés.
La Finca está orientada por completo al Enoturismo, con visitas guiadas y eventos para empresas, donde se potencia el contacto con la flora y la fauna del entorno.