Hay en Laguardia (Álava) un lugar mágico donde el tiempo parece haberse detenido hace siglos. Esta localidad medieval guarda en su interior un secreto: los calados. Hace años, el pueblo excavó bajo los edificios y calles un subterráneo que sirviera de salvoconducto para huir del pueblo en caso de necesidad. Pero, años después, se fueron cerrando y se crearon pequeñas bodegas. Hoy en día, tan solo una sigue en activo haciendo vino al estilo tradicional de maceración carbónica: la Bodega El Fabulista.


En los calados del palacio que en su día moró Félix María de Samaniego, levantado en el Siglo XVIII, se encuentra esta bodega totalmente acondicionada para la visita en la que el subsuelo de esta villa se llena de aromas y sabores. La tradición se da la mano con el siglo XXI, en un lugar donde los vinos se siguen haciendo como antaño, otorgándoles unos sabores y matices únicos.

A través de las visitas, los curiosos que se acerquen podrán descubrir no solo la manera en la que se elaboran estos caldos, sino que, incluso, podrán ser sorprendidos durante el recorrido con la aparición del famoso fabulista que le entregó el nombre a la bodega o quizás de su esposa, que les acercarán a los cuentos eróticos del primero recogidos en el libro “El Jardín de Venus”.

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