Logroño 10 diciembre 2020 – Con más de medio siglo de experiencia a sus espaldas, Santiago Ijalba ha vivido y experimentado lo suficiente para tenerlo claro: «Lo más importante es elaborar vinos honestos. Estamos en Rioja y debemos poner en valor nuestros orígenes, nuestra tierra y nuestra manera de hacer».
Su andadura con el mundo del vino comenzó en el año 1964. Desde ese momento y de modo activo estuvo realizando tareas importantes para la empresa que trabajaba. El primero que Santiago recuerda fue cuando se firmó la constitución del Grupo de Exportadores de Rioja en el año 1968. Por aquel entonces tenía 20 años. En el equipo que trabajó para fraguarse dicha unión estaba un joven Santiago al que, de modo cariñoso, dada la diferencia de edad existente entre aquel joven y el resto de los componentes de aquel grupo, le llamaban “Niño” (sobrenombre que le ha acompañado hasta el día de hoy). Después de ir creciendo en un grupo importante en Rioja y participando activamente en su proyección y desarrollo, decidió en 1998 junto a su familia crear un proyecto personal al que llamaron Santalba, resultado de la fusión de su nombre y apellido.
Actualmente trabajan en la bodega de Gimileo Roberto y Laura, dos de sus cuatro hijos que han tomado el relevo de su padre. Orgullosos de su origen y sus raíces, la nueva generación sigue fiel a la tradición sin perder su seña de identidad de calidad. En su porfolio, además de los vinos clásicos de Rioja, crianza, reserva y gran reserva, cuentan con vinos únicos y especiales como Santalba Amaro (elaborado mediante la técnica italiana Amarone), Santalba Natural (ecológico y vegano), Santalba Blanco Reserva o Santalba Cotas Altas (con bajo grado alcohólico por las características de su viñedo), entre otros.
Una gran Denominación; no una Denominación grande.
La carrera de Santiago Ijalba en el mundo del vino y el reconocimiento de la marca Rioja han ido a la par. Durante estos años, y en todos los sentidos, Rioja «ha cambiado a mejor» y aún le pronostica mucho futuro y desarrollo por delante. Aunque reclama «cautela».
«Rioja debe ser una gran denominación, no una denominación grande, y para eso, se necesita ser muy honesto a todos los niveles», señala.
Es este mismo espíritu de fidelidad a la tierra y de amor por su entorno el que en 1998 le llevó a abrir su propia bodega. «Una bodega familiar que elabora vinos con honestidad», como él la define. Y por eso defiende con fervor el mensaje de que una botella de vino debe valorarse como lo que es, el resultado de mucho trabajo, esfuerzo y sueños logrados: «Desde la viña, pasando por la bodega y su elaboración y crianza en barrica y botella, el vino implica dedicación y esfuerzo”.
En cuanto a la vendimia de este año, a pesar de que la ha considerado extraña por las circunstancias vividas, asegura que la cosecha 2020 es de buena calidad. La climatología no lo ha puesto fácil, pero al final se ha desarrollado de manera favorable y con un fruto excelente. Aun así, el futuro es incierto, porque no sabemos cómo va a ser el devenir de los acontecimientos en los próximos meses, ni cuándo se volverá a estabilizar la situación. Cree que ante todo hay que tener “paciencia y pensamiento positivo”.
«Hagamos que la economía no vuelva a pararse».
La provocada por el coronavirus no es la primera, ni la segunda, ni siquiera la tercera crisis económica que sufre Santiago Ijalba a lo largo de su carrera. La primera la vivió a finales de los 70, con una democracia recién estrenada; la última, la que todos recordamos, en 2008, y entre medio han sido varias de las que, asegura, quienes sobreviven, “salen reforzados”.
«En esta que nos toca ahora, los perjuicios ya son grandes y las consecuencias serán malas o peores según el tiempo que se alargue y el sector al que cada uno se dirija», comenta.
Aquí diferencia entre quienes vendan en el canal Horeca que «lo tendremos mucho más complicado que los que vendan en alimentación». O también entre quienes tengan el mayor peso en el mercado nacional, que «sufrirán más que el que tenga su nicho de mercado en exportación».
Con la perspectiva y la experiencia acumulada, Santiago hace un llamamiento a la sociedad, para lograr que la economía no vuelva a pararse. «Siempre que se pueda, acudamos a los teatros, a los cines, a los restaurantes y los bares, y procuremos hacer vida normal dentro de la forma más responsable posible».
Orgulloso de su pasado y presente y con proyectos y sueños futuros.
Echando la vista atrás, si hay algo de lo que tanto Santiago Ijalba como su mujer, Adelina, se sientan especialmente orgullosos es de sus hijos. Tiene cuatro: Santiago y Eduardo, ambos ingenieros, que no trabajan en la bodega «pero sí están involucrados en su devenir», y Roberto y Laura, quienes actualmente gestionan Bodegas Santalba.
Pero en la carrera de Santiago Ijalba todavía quedan proyectos. El más importante, y el que para él sería «un sueño hecho realidad» será ver finalizado su complejo enoturístico en su tierra: “Nos gustaría mucho ver Haro con vida, que vengan turistas. Somos un pueblo muy hospitalario y siempre ha sido un lugar lleno de grandes aficionados al vino y la gastronomía, y este tándem siempre es motivo de alegría y buen ambiente.”
Ahora mismo este proyecto está parado debido a la situación actual, aunque asegura que «no hay atisbo de duda en que se hará, pero toca calma, paciencia y prudencia». Verlo culminado sería “una satisfacción plena, volver a mis orígenes al lugar donde empezó todo mi trabajo en el año 1964″.