Parto de la base de que no conocí personalmente a Ortigüela, bueno, a decir verdad, de muy pequeño, con ocho o diez años, estuve con mi padre y con él en un hotel de mi localidad, yo jugaba, mientras ellos hablaban
No obstante al conocer la muerte de José Ortigüela, me ha dado un vuelco el corazón, lo he sentido y me han venido tantos recuerdos, que no he tenido menos que ponerme a escribir este artículo, sobre uno de los que yo siempre he dado en llamar caballeros del vino, una raza de hombres que dieron todo por el vino, trabajadores natos, la mayoría con una moralidad, criterio y personalidad intachables, de esos, como se suele decir, a los que no les hacía falta contratos, que con la palabra bastaba. Y que por desgracia quedan pocos, de esa generación. Los hay de las nuevas, indudablemente, pero es diferente la forma de trabajar y actuar, también indudablemente.
Mis recuerdos son de la niñez prácticamente, en mi casa José Ortigüela era nombrado muy a menudo, amigo personal de mi padre, José Sánchez-Migallón Albandea. Y gran cliente, cuando mi padre actuaba como agente comercial.
También recuerdo de que EL BOLETIN DE ALBANDEA, como entonces se llamaba a lo que ahora es EL CORREO DEL VINO, que entonces se enviaba semanalmente y por correo, noticias del mercado y precios que tardaban en llegar, a veces, hasta quince días. MI padre, entonces, a una serie de clientes, Ortigüela entre ellos, tenía el encargo de enviar un telegrama inmediatamente que se producía, por ejemplo, una helada en La Mancha, o que el vino tenía movimientos al alza o baja por cualquier circunstancia. También las conferencias telefónicas, con retraso de horas o hasta el dia siguiente y recuerdo, en esas ocasiones, que mi madre le tenía que llevar la comida a mi padre a la oficina, ya que la telefonista le decía: “No se retire Don José, tiene diez conferencias seguidas…”
Entonces se sucedían las ordenes de compras y ventas y Ortigüela y su empresa SAVIN, era de las principales, por importancia y volumen. También su bodega Campo Viejo. Todas esas navidades las recuerdo en la mesa de mi casa la botella que le enviaba a mi padre Ortigüela, un Berberana, Carta de plata o Carta de Oro, aún conservo algunas botellas de los años 60 de Carta de Plata, la he mirado, concretamente de 1964.
Cuando había esos movimientos bajaban a La Mancha rápidamente a comprar vino. De hecho, tenía una bodega en Quintanar de la Orden a cargo de un familiar también gran amigo de mi padre y cuyo nombre era Tasio. En esas fechas, asómbrense, el consumo en España era de cien litros más o menos per cápita. Y había grandes movimientos, la mayoría internos, de vino, aunque Ortigüela fue uno de los primeros propulsores de la exportación de vino a grandes países, Rusia, Francia, Alemania y muchos otros.
Con el tiempo, y para finalizar este entrañable para mí, articulo, SAVIN desaparece, es comprada o se transforma, no recuerdo, por Bodegas y Bebidas. Que seguían recibiendo el boletín, a pesar de no estar ya Don José Ortigüela. Pasaron años, ya mi padre había fallecido (Conservo la entrañable carta de condolencia que nos envió Ortigüela) él se retiró y un día, al pasar el recibo de suscripción a El Correo del Vino a Bodegas y Bebidas en San Sebastián, sede de lo que fue SAVIN, una chica me llamó y me dijo que no veía el encargo de suscripción a el boletín, que si se lo podía enviar. Le dije que imposible que lo tuvieran ni ella ni yo, porque era una suscripción que seguramente databa de su fundación, 1947 y que el encargo sería personal, entre amigos, como eran mi padre y él. La chica, al decirle Ortigüela, inexplicablemente no sabía ni quien era. El resultado fue que, al no existir esa orden de suscripción firmada por alguien, se dieron de baja, es lo que pasa en las grandes empresas…
Y créanme que ha sido la baja más sentida que he tenido en toda mi vida.
Por eso, aún sin conocerlo, me ha dolido en el recuerdo su fallecimiento y desde aquí le quiero dar el reconocimiento que se merece este hombre, de los últimos SEÑORES DEL VINO.