Escueto título del artículo de esta semana, pero igual que es corto el titular, expresa algo grande, muy grande, y es que el año pasado ni más ni menos que 4.024 empresas vitivinícolas españolas exportaron vino a todo el mundo. Un dato que, al menos a mí, me llena de alegría y, sobre todo, de esperanza para poder mirar el futuro de nuestro sector con otro ánimo diferente. Está claro que estamos ahí, estamos en el candelero como se puede decir y mientras estemos, a pesar de los malos datos que últimamente dan las exportaciones a nivel mundial, siempre podremos recuperarlos.

No es el récor de empresas, por poco, ya que en 2017 fueron 4.073.  Pero a pesar. De esto, tras la pandemia, los datos son muy tranquilizadores para nuestras empresas y nuestro comercio. La media de facturación por empresa fue de 762.257 euros, subiendo un 2,2% con respecto al año anterior, y como ya se les informó la semana pasada, con un montante que supera en valor por vez primera los 3.000 millones de euros.

El dato, mirándolo detenidamente es muy bueno, hay que tener en cuenta lo que son más de 4000 empresas, que bien a granel o embotellado, han enviado sus vinos a multitud de países del mundo, cada uno con su marca, sus embotellados o su tipología diferente, son cifras excelentes. Y como les decía la semana pasada, con un crecimiento en valor muy importante, superando esos 3000 millones de euros, lo que hace más presente nuestra calidad de vino, y cada vez a mejor precio, respaldo ineludible al reconocimiento de la calidad de nuestros vinos.

Una vez dada esta noticia tan buena y esperanzadora y volviendo a los mercados nacionales y a la marcha de nuestros vinos, la verdad es que las lluvias tenidas en estos últimos días y que aún perduran, han pasado, y es curioso de ser unos mese de los más secos de la serie histórica, a convertirse mayo en uno de los meses con más lluvias en muchos sitios también de la serie histórica, para que vean lo que puede cambiar la cosa en apenas diez o quince días. No es que la sequía haya pasado en todos sitios, en la mayoría si, y en los demás, ya al menos no se ve la catástrofe que se avecinaba si no llega a llover. Pero unas lluvias mínimo de 50 litros, y que en muchos casos superan los 100 litros por metro cuadrado y en puertas del verano, nos hace mirar con más tranquilidad el futuro de la próxima vendimia. Lluvias, además, en las que apenas se ha causado daños por pedrisco a los viñedos, en algunas zonas si, pero la inmensa mayoría de los sitios ha sido agua solamente y muy beneficiosa.

También es verdad, no todo va a ser bueno, que unas temperaturas suaves y unas lluvias persistentes, hacen rápidamente saltar la alarma de posibles enfermedades criptogámicas, con el mildiu como principal protagonista, y ya hay zonas de España donde se han comenzado a ver las primeras manchas de esta enfermedad, por lo que no hay que dejar de recordar que la vigilancia y los tratamientos cuanto más rápidos mejor son indispensables hasta que pase el peligro, y de momento, en las previsiones de los próximos 15 días no se ven temperaturas lo suficientemente altas para que corten el avance de esta enfermedad. El peligro, por tanto, es alto, la alerta está encendida en todas las regiones y es fundamental recordarlo y vigilarlo.

El comercio y los mercados ya es otra cuestión, a raíz de la sequía los precios comenzaron a moverse al alza, se esperaba una cosecha catastrófica y era normal que subieran los precios mirando al futuro. Aún así la comercialización apenas subió, el comprador siguió con su norma de compras al día y pagando lo que cada vez tuviera que pagar, pero sin querer meterse en grandes compras ni compras a futuro. A raíz de las lluvias, la subida se frenó, y ahora estamos, con precios con la subida tenida en semanas anteriores, firmes, pero estables, la subida se ha frenado, los precios no ceden, pero tampoco suben. Y el sector comprado sigue con exactamente la misma tónica que antes, es decir, con compras según necesidades más perentorias, y nada más, temeroso de que no sabe lo que va a vender y por tanto no quiere arriesgarse a hacer grandes compras, aun sabiendo, en muchos casos, o temiendo, que la siguiente compra le pueda costar más cara.

Yo espero que en función de la climatología los precios puedan variar, si llueve y no hay enfermedades, posiblemente los precios terminen por resentirse, si por el contrario viniera un mildiu o algo malo, los precios podrían ir incrementándose. De todas formas, ni en un sentido ni en otro, espero grandes variaciones.

Cuídense mucho y ya saben, PROMOCIONEMOS EL VINO. SIEMPRE MEJOR CON VINO

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